Ya no tengo excusa para hacer el vago. Tengo permiso para correr, incluso mucho. Pero hay que establecer prioridades. Primero me termino el libro y luego a entrenar. De lo que no me va a quedar tiempo es de escribir algo hoy aquí. Pero podéis terminar de leer conmigo.
«Soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que la humanidad ha creado. El homo ludens baila, canta, realiza gestos significativos, adopta posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias. Para nada desprecio la importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo ludens con un Libro es libre. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado únicamente a su propia curiosidad».
Wislawa Szymborska
«Soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que la humanidad ha creado. El homo ludens baila, canta, realiza gestos significativos, adopta posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias. Para nada desprecio la importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo ludens con un Libro es libre. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado únicamente a su propia curiosidad».
No hay peor lujuria que pensar.
Se propaga este escarceo como la mala hierba
en el surco preparado para las margaritas.
No hay nada sagrado para aquellos que piensan.
Es insolente llamar a las cosas por su nombre,
los viciosos análisis, las síntesis lascivas,
la persecusión salvaje y perversa de un hecho desnudo,
el manoseo obsceno de delicados temas,
los roces al expresar opiniones; música celestial en sus oídos.
A plena luz del día o al amparo de la noche,
se juntan en parejas, triángulos y círculos.
Aquí cualquiera puede ser el sexo, y la edad de los que juegan.
Les brillan los ojos, les arden las mejillas.
El amigo pervierte al amigo.
Degeneradas hijas pervierten a su padre.
Un hermano chulea a su hermana menor.
Les apetecen otros frutos,
del prohibido árbol del conocimiento,
y no las nalgas rosadas de las revistas ilustradas,
ni la pornografía esa tan ingenua en el fondo.
Les divierten los libros que no están ilustrados.
Sólo son más amenos por frases especiales
marcadas con la uña o con un lápiz.
Se propaga este escarceo como la mala hierba
en el surco preparado para las margaritas.
No hay nada sagrado para aquellos que piensan.
Es insolente llamar a las cosas por su nombre,
los viciosos análisis, las síntesis lascivas,
la persecusión salvaje y perversa de un hecho desnudo,
el manoseo obsceno de delicados temas,
los roces al expresar opiniones; música celestial en sus oídos.
A plena luz del día o al amparo de la noche,
se juntan en parejas, triángulos y círculos.
Aquí cualquiera puede ser el sexo, y la edad de los que juegan.
Les brillan los ojos, les arden las mejillas.
El amigo pervierte al amigo.
Degeneradas hijas pervierten a su padre.
Un hermano chulea a su hermana menor.
Les apetecen otros frutos,
del prohibido árbol del conocimiento,
y no las nalgas rosadas de las revistas ilustradas,
ni la pornografía esa tan ingenua en el fondo.
Les divierten los libros que no están ilustrados.
Sólo son más amenos por frases especiales
marcadas con la uña o con un lápiz.
Wislawa Szymborska
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