"Creí que era una aventura y en realidad era la vida" Joseph Conrad

lunes, 24 de marzo de 2008

Peras al Olmo (3)

No sé si hoy sábado seré capaz de escribir, me subiré hacia Torija y buenos días y buena suerte. He podido, relativamente, el objetivo era hacer más de 20 kilómetros a ritmo de maratón. Habiendo pasado de Valdenoches, sin beber, cuando en la bajada he tomado un poco de agua en el pueblo, me he dado cuenta de la equivocación de no beber, de tal manera que me ha llegado el bajón en el puente de las galeras. Me ha salvado las botellas que dejamos el otro día debajo del olivo; he debido tomar dos en previsión que la cosa se pusiera fea y si, un poco sí, pero he cogido un ritmo suave y lo bueno de la experiencia, es que se tiene paciencia para pasito a pasito llegar allí. Hoy, por la mañana, Joaquín me ha dado dos veces de comer ó de beber, una espiritual con la canción de José Antonio Labordeta y otra física, con el agua que nos van dejando por los diferentes caminos. Gente que había en la finca de al lado y andando, han debido alucinar, pero este es el mundo del maratón, actualmente. Ojalá, mañana que no acudiré a la salida, pero si que se prevé que acuda mucha gente. Saludos a los Rangel que han terminado su entrenamiento haciendo series de 1.000, se pueda concretar el “día de la cena” o de “comida”.

Concretar que la carrera del sábado me ha dejado el cuerpo machacado casi hasta el jueves. El ritmo probablemente había sido equivocado. El domingo me acogí a un creo que merecido descanso, además las obligaciones “políticas” me tuvieron atado a la mesa electoral hasta las once y media de la noche.

Cansado y agotado, creía que el día 10 no iría a trabajar hasta las 12 del mediodía. Como no lo tenía muy claro y dado mi estado de efervescencia continúa me levanté a las 7 de la mañana y me puse a correr, como si eso fuera algo normal y eso, ahora mismo sólo es normal para nuestro querido Florian y dos o tres supermanes más. Por lo tanto los cuarenta y cinco minutos que hice fueron dentro de una nebulosa que a parte de hacerme ir despacio, pero seco la mente durante un buen rato. Una tarde ocupada me había obligado a hacer una burrada que me costará repetir.

El martes, 11 de marzo, me uní al grupo de las siete y media, aquí como el propio juego dice, íbamos a “carta cubierta”, por lo menos en mi caso, pues las piernas me dolían horrores y sólo la agradable compañía de los “chicos del martes” me hizo muy agradables la hora y cinco minutos que estuve entrenando. Demasiado poco estiramiento debe estar en el origen de estos dolores.

Pero esto no era nada comparado con lo que me esperaba el miércoles 12 de marzo. ¿lo bueno? Hice una hora y cuarenta y cinco minutos. ¿Lo duro?. Cada paso que di fuera como si superara una montaña. Subir el Sotillo, era el objetivo de mi vida, cada lugar por el que pasaba era el sueño de una noche de verano. Llegar a la última curva antes de ver la coronación de la cuesta del Sotillo, era ver lejana y alejándose la chica que tanto te hubiera costado tener. Cuando en medio de ese dolor de piernas alcanzabas esa meta, esa piel tersa, abrazo soñado se había difuminado y quedaba la vuelta a Itaca. Las pistas de atletismo se habían convertido en una Penélope que tejía eternamente. Allí, laborando se encontraba el pretendiente que quería hacer imposible mi vuelta. Aún así me lance hacía el clavín, soñando que el llano, abriría los poros de piernas y aliviaría mi pesadez. No fue así aparecí en la isla de los Cíclopes, donde me esperaban asechanzas, traiciones emboscadas, sino raudo, si al menos mi tenacidad y astucia abrió brechas entre el enemigo y unido a una dulce ovejita pude escapar de aquella isla que me asaeteaba las piernas. Cuando llegando al descenso de San Cristóbal, me pude asomar a la vega del Henares, fue ahí, donde comencé el camino a los infiernos de Dante. A pesar de la belleza vista, la dureza corporal clavaba mis pasos a la tierra. Sólo ante la llegada al Hospital General pude reaccionar y escapar a sus fauces que prometía engullirme para aliviarme de los sufrimientos pasados. Intente estirar bien y en ese día tan sufrido comprendí que cada paso que damos en la vida nos puede llevar hacía un camino aunque hayan días que se haga muy doloroso darlos. Esperaba que me llamarán esa tarde para ir, de nuevo a la escuela de teatro municipal, puede que haya perdido mi oportunidad allí. Pero quedarme en casa me ayudó a recuperar mi cuerpo y mi mente.

El jueves, 14 de marzo de 2008 podía esperar que los dolores se repitieran. Por la mañana había hecho algo de deporte con mis alumnos, cuando a las cuatro emprendí el entrenamiento. Me dirigí, cual víctima hacia su degollador, hacía la misma ruta que tanto me había hecho sufrir el día anterior. Todo había cambiado, las piernas están pesadas porque tienen mucho trabajo acumulado, pero me dejo trabajar e incluso hice unos cambios de 15’, tres de los cuales quedé satisfecho, sin más, probablemente podía haber ido más rápido pero salir del ritmo del día anterior me acercaba a la velocidad de la luz, tan doloroso había sido el entrenamiento del miércoles. Cuando al final del entrenamiento, acompañando a Eduardo, completé una hora y media, quedé satisfecho y sobre todo dediqué mucho tiempo a estirar el tiempo acompañaba y la espalda pedía una mayor atención de la dedicada en otros momentos.

Se acercan unos días claves. Hasta el domingo por Guadalajara y a partir de ese día en Francia, entrenamiento en altura, esquiando, intentaré seguir trabajando para conseguir el objetivo aunque lo importante es estar rodeado de gente querida y allí, lo estaré y eso ayuda.

Viernes, 14 de marzo. Me llama Luis Gil, para preguntarme como van las cosas y para indicarme los siguientes trabajos a realizar. Le digo que las cosas van bien, he cumplido más o menos como me había dicho y para hoy me ha indicado que Edu y Juan Antonio me deben cuidar pues será mañana sábado cuando deba dar el do de pecho. A Luis, como me dice que no lee nuestro blog, le debemos muchos en esta ciudad, muchísimo. Me honro en poder decir que nos tenemos una estima mutua grande; pero fuera de ahí, debo decir que es un magnifico entrenador. Habiendo empezado tarde en el atletismo, cuando me empezó a llevar Luis, mis resultados, hablamos casi de hace quince años, fueron muy buenos para mi capacidad. Cuando, a veces he querido volver a entrenar un poco fuerte, siempre me ha dado un cierto reparo, pues sabía que seguir el ritmo marcado día a día, es tremebundo. En el triatlón ha tenido éxitos magníficos y las organizaciones de diferentes pruebas o bien de atletismo o bien de triatlón podrían aportarnos alguna idea del trabajo realizado por nuestro gran Luis, que tiene en Toñi, Alba y Marcos un apoyo entrañable. La grandeza no está en la medallas, conozco a alguno que tiene alguna y sin embargo, pues eso. ..; sin embargo la GRANDEZA de Luis está en la sencillez, en su disposición a enseñarnos parte de sus conocimientos.

Los chicos cumplieron y la vuelta del viernes se hizo tranquila aunque siempre llevó la contractura preparada para dar guerra. Por la tarde, Juan Antonio me ha dejado un pulsímetro y me ha mostrado su disposición a realizar conmigo el entrenamiento del sábado. Yo , tan contento, porque el sábado anterior se hizo duro.

Cuando el sábado ha llegado el presi y nos hemos embarcado en la tarea de subir más arriba de Valdenoches, todo se prometía agradable, cuando por “la huerta los olores” ha visto Juan Antonio que no iban las cosas, de alguna manera me ha venido bien, él ha quedado que subiría hasta Torija y que allí completaríamos el circuito que ya esta preparado. Es curioso el cuerpo humano: el miércoles os contaba que mi hora cuarenta y cinco minutos se había convertido en un suplicio donde las piernas se habían adueñado de todas mis posibilidades de desplazamiento. Hoy, sábado, sin embargo aún, esta tarde me extraño de la capacidad que he tenido hoy para ir a un ritmo fuerte durante tanto tiempo. Calculamos que habré hecho sobre 28 km., más o menos, y no tenido esa mala sensación que tuve el sábado pasado. Ya sabéis como es el presi, me intentaba hablar y contar el chiste del koala pero iba muy concentrado, iba a intentar no fallar y tenía un reto muy crudo. Queda poco más de cuarenta días, no va a ser fácil pero el momento del trabajo es bonito. Es, sin embargo, más fácil esto que aprenderse el papel del señor Clemente en la obra de la Pitanza de los hermanos Alvarez Quintero y sin embargo me gustaría llegar a ese reto, se lo debo también a una gente que también estimo mucho.

Bueno, me voy a la nieve, allí espero poder cumplir con unas condiciones que me ha puesto Luis, disfrutar, relajarse y trabajar sólo dos días. Me alegraría cumplirlo

1 comentario:

  1. Tu prosa me recuerda estos versos,
    gracias y a por todo...

    ...La poesía es como el viento,
    o como el fuego, o como el mar.
    Hace vibrar árboles, ropas,
    abrasa espigas, hojas secas,
    acuna en su oleaje
    los objetos que duermen en la playa..."

    José Hierro

    ResponderEliminar