"Creí que era una aventura y en realidad era la vida" Joseph Conrad

domingo, 8 de junio de 2008

Carreras y Reflexión

(por Jose Antonio del Olmo)

Se acerca, no sé si el final de la temporada, el final de curso, espero que nunca una forma de entender la vida y cuidarme. Debo confesar que no por un fin competitivo sino sobre todo por la buena sensación que deja el llevar un tipo de alimentación menos agresiva para el cuerpo.

Pero todo eso es secundario, hoy viernes, he decidido descansar para que con el pequeño trabajo de mañana haciendo un pequeño calentamiento, me encuentre en un buen estado para la carrera de la “hoz del Huecar”, digo que no llama mi atención por encima del hecho que hoy he olvidado el libro “vida y destino” de Vassili Gossman, en el instituto, durante todo el fin de semana no podré seguir con su lectura y me temo que los personajes hagan de las suyas.

Empecé el libro en mitad del curso escolar y lo iba leyendo de una forma mecánica, pero ahora, ya no les puedo tener atrapados: Sofía Opinova, médico judía, no ha querido señalarse y comparte su futuro con el niño David que nunca tendrá, el sentimiento materno la tiene atrapada en lo más hondo de tal manera que ya no tiene sentido la vida sin el pequeño huérfano.

Roze, joven de muchos posibles, con un futuro asegurado viviendo en la granja de su familia, compartiendo amores, juegos, deseos, fiestas con la gente que siempre ha conocido, se encuentra a pocos pasos de Sofía.

El hombre vive y aspira a vivir en un mundo ideal, todo dentro de un orden que nunca deberá ser perturbado.

Roze contempla desde el otro lado del ventanuco de la puerta, como la ingente turba en medio de la cual se haya Sofía, va cayendo, confiados todos ellos, después de semanas sin poder desprenderse de la ropa, anhelando el frescor de un agua, aunque sea fría, a la visión del joven que sueña con ser granjero y cuidar magníficos caballos.

Cuando en unas de mis andadas, que ahora se han convertido en habituales y necesarias, iba leyendo la maravilla que me contaba el autor, me sentía como dentro de algo cotidiano, sólo al profundizar y reflexionar sobre a donde me estaba llevando, percibí como mi mano se posaba sobre la manivela que de forma hermética nos aislaba de los fatales efectos de una cámara de gas. Y era una mañana muy bella, donde los sonidos no eran metálicos, donde la visión era un una corriente de agua, seguida por patos en busca de la vida, sobre un decorado de árboles y verdes y donde mis pesados pasos de recién levantado se cruzaban con el maestro de mis primeros pasos en el mundo de la carrera, de ello hacía demasiados años y en medio relaciones cruzadas, rotas y sucedía la vida.


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